Roma, 18 ene.- El papa Francisco visitó ayer por primera vez en su pontificado el Templo Mayor de Roma, la principal sinagoga de la capital, desde donde defendió “que la violencia del hombre sobre el hombre se contradice con cualquier religión”.
Como ya hicieron sus predecesores, después de la histórica primera visita de Juan Pablo II el 13 de abril de 1986 y la de hace justo ayer seis años de Benedicto XVI, Francisco se acercó ayer al barrio judío de Roma testigo de deportaciones masivas en 1943 y también de un atentado de un comando palestino que se cobró la vida de un niño de dos años en 1982.
“La violencia del hombre sobre el hombre está en contradicción con cualquier religión digna de ese hombre, en particular con las tres religiones monoteístas”, dijo Francisco en su discurso a la comunidad judía de Roma reunida en la sinagoga.
Con esta visita, Francisco continuó el camino de acercamiento entre católicos y judíos tras años de desencuentros y a ellos pidió una alianza para afrontar los grandes desafíos que el mundo como el de la ecología y la violencia.
“Judíos y cristianos pueden y deben ofrecer a la humanidad entera el mensaje de la Biblia sobre el cuidado de la creación”, afirmó.
Pero también les habló del esfuerzo y el empeño que los representantes religiosos deben afrontar para construir la paz y la justicia en un momento en el que “los conflictos, guerras, violencias e injusticias abren heridas profundas en la humanidad”.
“Cada ser humano, como criatura de Dios, es nuestro hermano, independientemente de su origen o de su pertenencia religiosa. A cada persona hay que mirarla con benevolencia, como hace Dios, que otorga su mano misericordiosa a todos, independientemente de su fe o procedencia”, afirmó.
Instó entonces “a rezar a Dios con insistencia para que ayude a practicar en Europa, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África y en cualquier otra parte del mundo la lógica de la paz, la reconciliación, del perdón y de la vida”.
La visita también sirvió para recordar que el pueblo judío “ha vivido la violencia y la persecución hasta el exterminio de los judíos europeos durante el Holocausto”, dijo Francisco.
“Seis millones de personas, solo porque pertenecían al pueblo judío, fueron víctimas de la más inhumana barbarie perpetrada en nombre de una ideología que quería sustituir a Dios con el hombre”, afirmó.
El pontífice recordó que más de mil personas, entre ellos mujeres y niños, de la comunidad judía de Roma fueron deportados a Auschwitz (Alemania) el 16 de octubre de 1943 y pidió “que sus sufrimientos, sus angustias, sus lágrimas, no sean nunca olvidadas”.
Antes de entrar en el templo, Francisco se había detenido a depositar una gran cesta con flores blancas bajo la lápida que recuerda la deportación de los judíos romanos en 1943 y después repitió el homenaje donde se recuerda a Stefano Gaj Taché, el niño asesinado en 1982, y se entretuvo un momento con sus familiares.
El papa argentino, que recordó sus excelentes relaciones con los representantes judíos cuando era arzobispo de Buenos Aires, citó los pasos adelante que se han dado en estos últimos años desde la Declaración “Nostra Aetate” tras el del Concilio Vaticano y de la que se cumplen 50 años.
Reiteró la necesidad de decir “no” a “cualquier forma de antisemitismo” y condenó las “injurias, discriminaciones y persecución” que derivan de ello.
“Queridos hermanos mayores, tenemos que estar verdaderamente agradecidos por todo lo que se ha realizado en estos últimos 50 años porque entre nosotros han crecido y se ha profundizado la comprensión recíproca, la confianza mutua y la amistad”.
Y se despidió pidiendo que “el Señor” conduzca el camino de judíos y católicos “hacia un futuro bueno, mejor”.
Boboglio