Nueva York, 9 oct (EFEUSA).- Una exposición que plasma en imágenes el movimiento de solidaridad que impulsó una asociación judía durante el asedio de Sarajevo quedó abierta hoy en Nueva York, como testimonio de una de las etapas más crueles en la guerra de la antigua Yugoslavia.
“Supervivencia en Sarajevo”, que desde hoy y hasta el 14 de octubre se presenta en el Instituto Cervantes de Nueva York, documenta la historia de “La Benevolencija”, nombre sefardí de una institución humanitaria que funcionó entre 1992 y 1995.
Allí, un grupo de judíos ofreció comida y refugio a los habitantes de Sarajevo durante el asedio que vivió esa ciudad bosnia, que la dejó sin agua, luz ni alimentos y que causó más de 10.000 muertos por las balas de francotiradores o las granadas de mortero.
“La Benevolencija” funcionó desde una sinagoga a partir de una iniciativa de sobrevivientes del holocausto judío, pero trabajaron en esa institución personas de todas las religiones, que asistieron a los habitantes de Sarajevo también sin distinciones de culto.
“Era una historia que merecía la pena contarla”, asegura el autor de las fotografías, Edward Serotta, que cubrió el asedio de Sarajevo, que comenzó en la primavera de 1992 y terminó a fines de 1995, y que está considerado como el mayor en la historia moderna.
En un acto previo a la apertura de la exposición, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores de España, Gonzalo de Benito, destacó anoche cómo, a pesar de las diferencias culturales, “La Benevolencija” supo convertirse en una “semilla de esperanza” para muchos ciudadanos de Sarajevo.
Jacob Finci, presidente de la Comunidad Judía de Sarajevo, dijo que fue posible sobrevivir a ese asedio de 1.400 días sólo porque se supo “trabajar y vivir juntos”, lo que reforzó la solidaridad entre sus habitantes.
“La amistad fue el fundamento de nuestra supervivencia”, dijo en el mismo acto la embajadora bosnia ante la ONU, Mirsada Colacovic.
Las fotografías muestran imágenes de personas que buscaban amparo en esa agencia de asistencia, así como de sus trabajadores, y también los rostros y pesares de muchos habitantes de la ciudad durante el asedio.