Sídney (Australia), 2 ene (EFE).- Los equipos de rescate concluyeron la evacuación en helicóptero y barcaza de los 52 pasajeros del barco ruso Akadémik Shokálskiy, que quedó atrapado en el hielo antártico el pasado 24 de diciembre.
El autogiro del rompehielos chino Xue Long (Dragón de Nieve) trasladó a un témpano de hielo al pasaje formado por científicos, turistas y periodistas, que fueron transportados a continuación en barcaza hacia el rompehielos australiano Aurora Australis, informaron los medios locales.
“Hemos logrado llegar al Aurora Australis sanos y salvos. ¡Enormes gracias a los chinos y @AusAntarctic por todo su trabajo duro!”, señaló el líder de la expedición, Chris Turney, a través de su cuenta de Twitter.
La Autoridad Australiana de Seguridad Marítima, coordinadora del operativo, indicó que los 22 miembros de la tripulación permanecerán en el Akadémik Shokálskiy a la espera de que se derrita el hielo para salir de la zona.
El único helicóptero del Xue Long tiene capacidad para sólo doce personas, por lo que realizó varios vuelos para rescatar a los pasajeros, entre ellos, tres latinoamericanos.
Desde que el Akádemik Shokálskiy pidió ayuda el Día de Navidad, el rescate por vía marítima y aérea había sido frustrado varias veces por culpa de las malas condiciones meteorológicas en la bahía de Commonwealth, situada a unos 2.778 kilómetros al sur de la ciudad australiana de Hobart, en la isla de Tasmania.
En la última semana se produjeron hasta tres intentos para que los rompehielos llegaran hasta el Akadémik Shokálskiy, cercado por gruesos bloques helados, pero sólo el Aurora Australis consiguió acercarse hasta unos 20 kilómetros.
El plan de Turney era continuar con su expedición, una vez le abrieran paso, pero finalmente optaron por el rescate de los pasajeros y llevarlos hasta Tasmania, dando así fin a la expedición.
Aunque cercado en el hielo, el barco ruso no corre peligro de hundirse y cuenta con suficiente aprovisionamiento de víveres.
El Akadémik Shokálskiy, construido en Finlandia en 1982, rememoraba la expedición que efectuó hace un siglo el explorador australiano Douglas Mawson en la Antártida y que ofreció el primer estudio completo del continente helado.
Los datos recopilados por Mawson sirven como base de comparación a la actual misión organizada y dirigida por Chris Turney, experto en cambio climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia.
La chilena Alicia Guerrero, la chileno-australiana Naysa Balcázar-Cabrera y el ecólogo argentino Ezequiel “Ziggy” Marzinelli forman parte del equipo científico en el Akadémik Shokálskiy.
Una de las misiones del grupo era medir la variación de los hielos en la Antártida, así como otros estudios sobre la fauna y flora del continente helado.
Naysa, experta en mamíferos marinos, que ha trabajado en Estados Unidos y Sudamérica como asesora, se enroló en esta expedición para poder estudiar a las focas leopardo en el continente helado y los cambios en el ecosistema.
La misión del argentino “Ziggy” era examinar en la Antártida la interacción entre los microorganismos y macroorganismos de las comunidades marinas, así como el impacto del cambio climático y otras perturbaciones humanas en estas dinámicas, según la página de la expedición “El espíritu Mawson”.
Los científicos, especialmente Turney, se han valido de las redes sociales y la tecnología para enviar mensajes y colgar fotografías y vídeos de esta aventura, interrumpida por la imponente masa de los hielos arrastrados por las corrientes y vientos polares.
El propio Douglas Mawson también tuvo que interrumpir su expedición (1911-1913) de una forma más trágica cuando uno de sus acompañantes falleció al caer en una grieta en el hielo con el trineo que transportaba la mayoría de las provisiones.
Después de que el tercer integrante muriera entre delirios y hambruna, Mawson tuvo que andar más de 160 kilómetros solo y en durísimas condiciones hasta ponerse a salvo y completar una de las mayores hazañas de la exploración antártica.