Nutrición durante el embarazo I

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Los cambios que suceden durante el embazo deben conllevar cambios en la nutrición para permitir el crecimiento y el desarrollo del feto. Aumentan los requerimientos de energía total diaria, por lo deben ingerirse mayor cantidad  de proteínas, hidratos de carbono y grasas, manteniendo cierto equilibrio entre ellos.

Necesidades energéticas

Las necesidades de energía de la mujer embarazada varían según su constitución,  su estado nutricional, si tiene o no el peso ideal, y  la periodicidad con que se ejercite físicamente.

Durante la gestación se produce un aumento del gasto energético basal. Una parte de la energía es necesaria para la síntesis de nuevos tejidos, crecimiento uterino, placentario y fetal. Por otro lado hay un mayor trabajo cardiaco en la madre. Por ello se estima un aumento de energía de 300-200 kcal/día el primer trimestre, 340 kcal/día en el segundo y 452 kcal/día en el tercer trimestre

Las mujeres con peso previo al embarazo inferior al ideal deben aumentar su ingesta calórica con 350-450 kcal/día. Aquellas cuyo peso previo ligeramente superior deben suplementar su dieta en 200 kcal/día. Finalmente, las mujeres con peso previo superior al ideal, deben hacerlo con 100 kcal/día.

Necesidades de hidratos de carbono

Durante el embarazo se producen cambios del sistema metabólico de los hidratos de carbono que van encaminados a mantener un aporte constante de glucosa al feto. En la población general los hidratos de carbono deben aportar el 50-65% de la energía diaria, lo que equivale a una ingesta de 130 g/día. En la mujer embarazada aumentan los requerimientos con lo que las ingestas dietéticas de referencia se sitúan en los 175 gramos de hidratos de carbono al día según el Instituto de Medicina de las Academias Nacionales de Estados Unidos y Canadá.

Dentro de las necesidades de hidratos de carbono es conveniente tener en cuenta la necesidad de fibra total que colabora en la motilidad intestinal de la embarazada compensando el enlentecimiento intestinal propio de esta etapa. Por ello es recomendable aumentar la dosis establecida de 25 g/día  en los adultos a 28 g/día cuando la mujer se haya gestando. Se aconseja que la fibra se ingiera en forma de verduras, frutas, legumbres y cereales, en vez de con suplementos.

Necesidades de proteínas

Alimentación equilibrada durante el embarazo

En una dieta equilibrada las proteínas deben aportar entre un 12-15% de la energía total. Durante el embarazo se necesita ingerir más cantidad de proteínas para cubrir las necesidades del crecimiento del feto, de la placenta y de los tejidos maternos, fundamentalmente del útero.

Según la FAO /OMS en embarazadas sanas con un aumento de peso gestacional de 13,8 kg  y en base a una eficiencia de la utilización protéica del 42 %, es necesario un incremento adicional de 1 g, 9 g y 31 g/día de proteína, en el primer, segundo y tercer trimestre respectivamente. Este incremento proteico debe ser a través de la alimentación normal en lugar de con preparados de suplemento.

Se considera que las proteínas depositadas en estos tejidos llegan a los 925 g, lo que supone unos 0,95 g/kg/día, en lugar de los 0,8 g/kg/día del adulto no gestante.

Un 70% de las proteínas de la dieta pasan a formar los tejidos, por lo que la mujer embarazada necesita una ingesta adicional de unos 1,5 g/día en el primer trimestre, 6,1 g/día en el segundo trimestre y 10,7 gr/día en el tercer trimestre. Una ingesta de 70 gr de proteínas de calidad al día es más que suficiente para satisfacer las necesidades de proteínas.

En vista de que los estudios al respecto indican un incremento en la muerte neonatal con suplementos que son muy ricos en proteínas, se recomienda que la mayor ingesta durante el embarazo debe realizarse a partir de alimentos normales, en lugar de suplementos hiperprotéicos preparados comercialmente.

Necesidades de grasas

Para las mujeres en edad reproductiva el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos sobre Grasas y aceites en la nutrición humana que se reunió en 1993 recomienda que las grasas supongan al menos el 20% de la energía total.

- Ácidos grasos saturados, monoinsaturados y colesterol: No es necesaria una suplementación durante el embarazo ya que son sintetizados por el organismo. Eso sí, se recomienda mantener ingestas de ácidos grasos saturados por debajo del 10% de la energía total.

- Ácidos grasos poliinsaturados: Dentro de los ácidos grasos  poliinsaturados se encuentran el ácido alfa linolénico (ALA omega 3) y el linoleico (LA omega 6) que se denominan ácidos grasos esenciales porque no pueden ser sintetizados por el organismo.

A nivel hepático a partir del linoleico se forma el ácido araquidónico (AA omega 6)  y a partir del alfa linolénico (ALA omega 3) se forman el ácido docosaexanoico (DHA omega 3) y el eicosapentaenoico (EPA omega  3). Forman parte de las membranas de todos los tejidos donde desempeñan un papel importante en las señales hormonales, en la actividad de los receptores y en la regulación de la expresión génica.

Algunos de ellos son precursores de tromboxanos, prostaglandinas, leucotrienos y otros eicosaniodes que realizan funciones primordiales como la respuesta inmunitaria o el control de la coagulación.

Tanto el ácido araquidónico (AA omega 3) como el ácido docosaexanoico (DHA omega 3) se encuentran en las membranas de las sinapsis neuronales y en los fotorrreceptores.

Varios estudios sugieren que una dieta rica en pescado disminuye 2,6 veces el riego de hipertensión arterial durante la gestación. El suministro de ácidos grasos esenciales en la dieta en cantidades adecuadas es fundamental para el desarrollo de la placenta y del feto, el cual capta 50 y 60 mg/día de ácidos grasos omega 3 durante el último trimestre. Dado que las mujeres con embarazos seguidos con cortos intervalos entre ellos muestran niveles inferiores de DHA que las primigestas, se considera adecuado el suministro de omega 3. El Institute of Medicine de Estados Unidos recomienda una ingesta adecuada de ácido linoleico (LA omega 6) de 13 g/día y de ácido alfa linolénico (ALA omega 3) de 1,4 g/día.

Un suministro mínimo del 3-4% de la energía como ácido linoleico y de un 0,5% como alfa-linolénico aseguran un desarrollo adecuado de los tejidos maternos y del feto durante la gestación.

Además, otros ácidos grasos (como el araquidónico y dedocosahexaenoico) son fundamentales para el desarrollo de los vasos de la placenta, lo cual es esencial para que el feto alcance el peso adecuado.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria EFSA ( European Food Safety Authority) recomienda una ingesta adecuada de 250  mg de EPA+DHA, basándose en consideraciones de salud cardiovascular. Esta ingesta debe aumentarse en 100-200 mg de DHA durante el embarazo y la lactancia para compensar las pérdidas oxidativa del DHA de en la dieta de la madre y la grasa corporal de feto.

Según el Word Association of Perinatal Medicine Dietary Guidelines Working Group, los ácidos grasos poliisaturados no deben sobrepasar el 5% de la energía total diaria, asegurando una ingesta diaria de 2 gramos de ácido alfa linolénico y un mínimo de 200 mg/día de DHA.

Otras necesidades

Durante el embarazo se aconseja un mayor consumo de líquidos para hacer frente a los requerimientos en la formación del feto y sus anejos. Se aconseja que esta ingesta se haga sobre todo a base de agua, siendo la ingesta adecuada de 3 litros de agua al día.

Por otra parte la madre gestante debe evitar el consumo excesivo de sustancias como el café o el té y debe evitar totalmente el consumo de bebidas alcohólicas y de tabaco que tiene un efecto altamente perjudicial para el desarrollo del feto. Por otra parte debe ser cauta en el uso de medicamentos, ingiriendo exclusivamente los que le recomiende su médico ya que los efectos secundarios de algunos de ellos pueden provocar alteraciones en el desarrollo del feto llegándose incluso a graves defectos teratogénicos o la muerte fetal.

 

 

 

 

 

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