Washington, 9 may.- El impacto de la cada vez más cruda crisis de Venezuela y la búsqueda de un comercio exterior más integrado en Latinoamérica protagonizaron la 48ª Conferencia de las Américas, celebrada en Washington.
La reunión, que tuvo lugar en las dependencias del Departamento de Estado en Washington y fue auspiciada por el centro de estudios Consejo de las Américas, comenzó con la participación de la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Nikki Haley, quien subrayó el interés estadounidense por la región.
“La prosperidad de Estados Unidos está críticamente ligada a la prosperidad del hemisferio. Nuestro futuro está ligado a nuestros vecinos”, dijo la embajadora en su alocución.
Haley destacó que Estados Unidos “vende más bienes y servicios” a sus vecinos americanos que a otros países de gran envergadura -como China, Japón e India- “combinados”.
“Si bien se presta mucha atención a los problemas del comercio con China, debemos tener en cuenta que comerciamos casi tres veces más con el Hemisferio Occidental” que con ese país, alertó la embajadora.
Pero Haley puso especial hincapié en la profunda crisis que atraviesa Venezuela, quizá el asunto más importante para el gobierno estadounidense en el continente, y alertó al resto de países que no se pueden dejar “arrastrar” por los “pocos (Gobiernos) autoritarios” que restan en el continente, en alusión también a Cuba y Nicaragua.
Haley insistió en que es hora de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, “se vaya” por el bien de “la seguridad y la estabilidad del continente”.
“El régimen de Maduro amenaza la paz y la seguridad de la región entera. Lo que ha sido descrito como el desplazamiento mayor de la historia de la región está teniendo lugar ahora en Latinoamérica”, aseveró la embajadora.
“La gente desesperada está siendo recibida en sus países vecinos, pero están agotando los recursos del Estado y de las ciudades en Colombia, Brasil, Perú y otros lugares”, dijo Haley.
El subsecretario de Estado de EE.UU, John Sullivan, coincidió con la embajadora y además anunció que el Gobierno estadounidense concederá 18,5 millones de dólares adicionales a Colombia para apoyar a los venezolanos que huyen de la crisis que azota a su país.
Los 18,5 millones aportados directamente al Gobierno colombiano para lidiar con la llegada de refugiados venezolanos se suman a los 2,5 aportados el pasado marzo, mientras que EE.UU también ha canalizado recursos para ese colectivo a través de la Agencia de Refugiados para Naciones Unidas (ACNUR).
En su intervención, Sullivan insistió en que el Gobierno de Nicolás Maduro debe permitir que entre la ayuda humanitaria internacional, e insistió en la falta de la legitimidad de los comicios presidenciales convocados para el 20 mayo.
“La democracia ha sido desgarrada en Venezuela -apuntó-. Estados Unidos apoya una transición democrática pacífica dirigida por el pueblo venezolano”.
Se calcula que cerca de 550.000 venezolanos están instalados ya en Colombia debido a la profunda crisis económica que vive Venezuela, mientras que unos 35.000 cruzan cada día la frontera con ese país, algunos en busca de medicinas y alimentos, otros en busca de un futuro mejor para establecerse de forma permanente.
El senador demócrata Robert Menéndez, quien también participó en el foro, anunció que la semana próxima presentará un proyecto de ley bipartidista en el Congreso de Estados Unidos con el objetivo de denunciar los crímenes contra la humanidad cometidos por el Gobierno venezolano y recuperar el dinero “robado” por oficiales de ese país.
Menéndez aprovechó la ocasión para denunciar la que a su juicio es una “retirada en su compromiso” hacia Latinoamérica por parte del Gobierno de Donald Trump, la cual, explicó, se ve reflejada en las numerosas vacantes diplomáticas en el Departamento de Estado para abordar las políticas con el continente.
También participó en la conferencia el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, quien en su turno de palabra mencionó la preocupación del Gobierno de EE.UU sobre la corrupción y la falta de transparencia en el hemisferio.
Según dijo, la corrupción en Latinoamérica encarece hacer negocios en la región en un 10% y hasta en un 25% en los contratos de adquisición, aunque agradeció que las revelaciones del caso Odebretch estén cambiando las tendencias en la región en este aspecto.