Washington, 5 dic.- Apenas tres días después del anuncio de tregua comercial con China, el Gobierno rebaja las expectativas de acuerdo con Pekín al asegurar que no cuenta con “garantías” precisas de que esto vaya a ocurrir, con el consiguiente nerviosismo en los mercados financieros.
El presidente, Donald Trump, afirmó este martes que las conversaciones con China han comenzado para ver “si de verdad es posible un acuerdo real”.
“El presidente Xi (Jinping) y yo queremos que este acuerdo suceda, y probablemente ocurra. Pero si no, recuerden que soy un Hombre de Aranceles”, explicó el mandatario en su cuenta de Twitter, en referencia a su gusto por estos instrumentos de política comercial.
A la vez que Trump enviaba mensajes a través de su red social favorita, Larry Kudlow, su principal asesor económico, coincidía en mostrar un “cauto optimismo”.
“No tengo garantías (respecto a China), pero a mi juicio (en Argentina) hemos ido más lejos, y el conjunto de elementos contenidos es mayor de lo que hemos visto antes”, indicó Kudlow en una conferencia organizada por el diario financiero The Wall Street Journal.
Trump regresó de la cumbre del G20 este fin de semana en Argentina, donde sostuvo una cena de trabajo con su homólogo chino, Xi Jinping, con el anuncio de una tregua en la guerra comercial entre las dos grandes economías mundiales.
Tras el encuentro, ambas potencias tratarán de completar las conversaciones “en los próximos 90 días”, un periodo en el que el país aceptó dejar en el 10 % los aranceles a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares a partir del 1 de enero de 2019, y no subirlos por ahora al 25 %, como estaba previsto.
China, por su parte, se comprometió a aumentar las compras de productos agrícolas del país, y designar el fentanilo como “sustancia controlada” e imponer duras penas a quienes comercien con esa sustancia, algo exigido por Washington con el fin de aplacar la epidemia de adicción a opiáceos.
El anuncio provocó que los mercados financieros abriesen el lunes con fuertes alzas, tras semanas de preocupación acerca del resultado del encuentro entre Trump y Xi en Buenos Aires y los posibles efectos negativos sobre la economía global.
Sin embargo, con el paso de las horas, los comentarios de los funcionarios estadounidenses dejaban traslucir que el acuerdo había sido más una declaración de intenciones que un pacto en firme.
Después de que Trump anunciase que incluía “retirar y reducir” los gravámenes que Pekín impone a las importaciones de automóviles estadounidenses, una afirmación que el Gobierno chino no ha querido confirmar ni desmentir, Kudlow matizaba lo hablado en Buenos Aires.
“Aún no tenemos un pacto específico en ese punto (el de los automóviles), pero esperamos que esos aranceles bajen hasta cero”, dijo con menos certeza de la prevista.
Este lunes se conoció, además, que Trump había designado como jefe negociador con China al representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, conocido por sus frontales críticas a las políticas comerciales de Pekín.
A media jornada del martes, el Dow Jones de Industriales, el principal indicador de Wall Street, caía más de un 2 % y perdía así las ganancias del anterior ante las dudas sobre la viabilidad del pacto bilateral.
“Los mercados están revaluando si algo tangible ocurrió en la cena entre Trump y Xi. Los mercados quieren noticias de pasos concretos para rebajar los aranceles, no solo comentarios”, señaló el jefe de estrategia de inversión en Northwestern Mutual, Brent Schutte.
A mediodía y para añadir algo más de confusión, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, se sumaba al coro de optimistas sin ofrecer detalles, aunque reconocía que los mercados estaban en “una situación de esperar y ver”.
“Hay que tratar las cosas con perspectiva, esta es la primera vez que tenemos un compromiso de China de enfrentar elementos estructurales. Estoy muy esperanzado en que podemos convertir esto en un acuerdo de verdad”, dijo Mnuchin en la conferencia de The Wall Street Journal.
En total, el Gobierno ha impuesto aranceles a productos chinos por valor de 250.000 millones de dólares desde julio, y Pekín aplicó como represalia medidas recíprocas a más de 60.000 millones de dólares en importaciones del país, casi la mitad de los 130.000 millones que compró en 2017.