Por José Ignacio Rodríguez
La motivación es el elemento emocional de la vida que más nos mueve a la acción. La historia de Janucá es una conjunción de valor, motivación y fe que removió las piedras contaminadas que los griegos quisieron dejar como testimonio de su fuerza militar y de su expansivo orgullo cultural ¿Dónde estaría el moderno Israel sin la decidida acción de un pequeño grupo de valientes enfrentándose a la asimilación griega? La asimilación es el verdadero enemigo que el Pueblo de Israel sigue combatiendo, a lo largo de la historia.
La fiereza de los griegos no pudo derribar las convicciones de fe que los judíos mostraron. Una convicción que los llevó a enfrentarse con el poderoso y bien preparado ejército de Antíoco. Los griegos impusieron en Israel una asimilación forzosa bajo pena de muerte, que resultó en un enfrentamiento por la subsistencia del pueblo judío. Las mayores presiones que recibimos en general en la vida pretenden que reneguemos de nuestras más firmes creencias y aceptemos el estilo de vida que otros tratan de imponernos.
Los conflictos o guerras son la culminación de un enfrentamiento anterior en el campo ideológico, religioso y cultural. La guerra de Israel, incluso en nuestros días, tiene que ver con la imposición de otros pueblos para que los judíos dejen de ser lo que son y sean lo que otros quieren que sean. En el mejor de los casos las pretensiones de la ONU, en representación de todas las naciones, son que Israel deje su idiosincrasia cultural y religiosa. En el mejor de los casos hemos dicho pues algunas naciones, por ser moderado en mis planteamientos, solo buscan la aniquilación y desaparición de Israel.
La batalla que la familia de los Macabeos lideró contra los griegos supuso la decisión más trascendente de la apasionante historia de Israel ¿Qué hubiera sido de los judíos si los griegos hubieran logrado asimilarlos y convertirlos a su cultura y creencias religiosas paganas? No lo sabemos, ni lo queremos saber, pero hubiera sido una catástrofe para toda la humanidad.
La pretensión de los griegos era que los judíos dejaran de practicar su fe y las creencias que la acompañan. Una pretensión que se centró en contaminar el Sagrado Templo de Jerusalén y convertirlo en un templo de adoración pagana a los dioses del Olimpo. Solo recordar en este punto que los llamados Juegos Olímpicos son una forma moderna de honrar a los dioses de la mitología griega. La realidad es que la influencia griega ha saturado el mundo de ideas y conceptos mitológicos que los damos por buenos e incluso por modernos.
La asimilación a la que ha sido sometida la humanidad está orientada a ocultar la fe que el Cielo donó, a modo de distintiva responsabilidad, al Pueblo de Israel. El combate contra la asimilación continúa en nuestros días y solo los valientes derrotarán tan sinuosa influencia, para que dejemos de ser los que somos.
Los eruditos y antepasados en la fe nos dicen que los tres años que no se encendió la Menorá en el Templo el mundo estuvo a oscuras. El encendido público de la Januquía, a lo ancho de este mundo, nos recuerda que la Luz del Cielo sigue alumbrando a toda la humanidad. Un encendido público que se traduce en un enfrentamiento directo con las fuerzas de la oscuridad, pero que es evidencia de la decisión inequívoca de no asimilar las costumbres que están llevando a la humanidad a su destrucción. La motivación de Janucá ilumina la vida y mantiene la esperanza de un mundo mejor.
Reparemos el mundo, Tikun Olam, encendiendo la Januquía a la vista de todos. El apoyo del Cielo se tradujo en el que hemos llamado el Milagro del Aceite. Una pequeña cantidad de aceite que se mantuvo encendido por ocho días antes de que se pudiera hacer un aceite nuevo conforme al rito del Templo. Ocho días en que la fe precisaba ser puesta a prueba. La fe y la luz no se pueden esconder ¡Luminoso Janucá a todos!
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