Washington, 23 oct.- La exjueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Sandra Day O’Connor, que fue la primera mujer en acceder a esta corte, anunció hoy en una carta su retirada de la vida pública debido a que le diagnosticaron demencia.
“Hace algún tiempo, los médicos me diagnosticaron los primeros estadios de demencia, probablemente la enfermedad del Alzhéimer. Como esta condición ha progresado, no puedo participar más en la vida pública”, comunicó la exmagistrada en una misiva.
O’Connor, de 88 años, fue nominada para el alto tribunal en 1981, convirtiéndose en la primera mujer en llegar a la sala más importante del país y se marchó de esta corte en 2005.
Durante estos años, ha centrado en su trabajo en la organización que ella mismo creó, iCivics, para promover el conocimiento y el compromiso cívico, especialmente para que todos los ciudadanos estadounidenses comprendan la Constitución.
“Ya que mucha gente me ha preguntado por mi estado y mis actividades actuales, quiero abrirme sobre estos cambios y, mientras aún puedo, compartir algunos pensamientos personales”, dijo la exjueza en su carta, de una página y media.
La exmagistrada, un icono en la conquista de los derechos de la mujer, funcionó en el Supremo como voto de desempate en muchos casos, aunque mayoritariamente desde posiciones derechistas.
“Espero que haya inspirado -continuó- a la gente joven sobre el compromiso cívico y que haya ayudado a cimentar el camino para las mujeres que hayan afrontado obstáculos en su carrera”.
En el texto mencionó a iCivics e indicó que, aunque ella ya no puede liderarla, la organización continuará difundiendo lecciones sobre el sistema constitucional y legal de EE.UU. a adolescentes y jóvenes del país.
O’Connor recordó que, “poco después” de anunciar su retirada del Supremo en 2005, se comprometió consigo misma, su familia y el país a que emplearía todos los años que le quedaran para avanzar en el conocimiento y el compromiso cívico, especialmente para que todos los ciudadanos estadounidenses entiendan la Constitución.
La exjueza continuará viviendo en Phoenix, en el estado de Arizona, con sus parientes y sus amigos.
“Aunque el capítulo final de mi vida con demencia puede ser molesto, nada ha socavado mi gratitud y profundo aprecio por las incontables bondades de la vida”, comentó O’Connor, quien rememoró que “como una joven vaquera del desierto de Arizona” nunca imaginó que sería la primera mujer en entrar al Supremo.