México, 6 nov.- Ciudad de México acogió a miles de personas de la primera caravana de migrantes centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos en un estadio deportivo, donde se les brindó ayuda humanitaria, aunque las autoridades locales advirtieron que no les proporcionarán transporte para continuar su marcha.
Alrededor de 1.500 personas fueron llegando a lo largo de la noche y la mañana al Estadio Jesús Martínez “Palillo”, donde ya habían pasado la noche cerca de 500 personas, y las autoridades prevén que se lleguen a concentrar unas 5.000 en los próximos días.
Los migrantes fueron repartidos en tiendas de campaña y carpas en el campo, en las gradas y en los alrededores de este complejo deportivo, donde las autoridades instalaron 15 cisternas de agua.
Para atender a la caravana también se instaló un comedor, donde los migrantes disponen de dos horas para el desayuno, dos horas para la comida y otras dos horas para la cena.
Además, las autoridades entregaron cobijas para que los migrantes puedan cubrirse del frío durante la noche, y se instalaron puestos de entrega de ropa y de calzado para unas personas que llevan más de 1.000 kilómetros de travesía, algunos tramos a pie, desde que cruzaron la frontera desde Guatemala el 19 de octubre.
Organizaciones humanitarias internacionales también están presentes en el estadio, donde brindan asistencia médica y psicológica, apoyo a niños y mujeres embarazadas, y asesoría jurídica para los migrantes que quieran pedir refugio a México.
Junto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), las autoridades capitalinas organizaron un centro de acopio en la céntrica plaza del Zócalo para que los ciudadanos aporten ayuda para los migrantes.
En este centro se recogen alimentos enlatados no perecederos y productos de higiene como pañales, jabones, toallas y cepillos de dientes, además de medicamentos, ropa, sacos de dormir y grandes bolsas de plástico para que las personas se cubran del sol.
Según una encuesta difundida por la encuesta Mitofsky, 51,4 % de los mexicanos están a favor de ayudar y proteger a la caravana, mientras que 33,8 % optan por regresar a los migrantes a sus países de origen.
El jefe de Gobierno de Ciudad de México, José Ramón Amieva, explicó en una entrevista a Milenio Televisión que la acogida de los migrantes centroamericanos es “un asunto humanitario” y sostuvo que la capital está preparada para recibir a las 5.000 personas que se dirigen a la ciudad.
Sin embargo, Amieva avisó que el Gobierno capitalino no facilitará transporte a los migrantes para que se dirijan a la frontera estadounidense, arguyendo a motivos “operativos” y de “seguridad” para los viajeros.
Desde que esta caravana entró a territorio mexicano ha sido constante la petición de los migrantes a las autoridades locales para que les faciliten transporte para seguir su recorrido hacia Estados Unidos.
El fin de semana, durante su paso por el oriental estado de Veracruz, el Gobierno estatal prometió fletar autobuses hacia la capital mexicana pero finalmente se retractó, por lo que los migrantes tuvieron que seguir su camino a pie, en vehículos alquilados o en autoestop.
A pesar de las dificultades, entre la mayoría de integrantes de la caravana se mantiene la determinación de alcanzar la frontera estadounidense, que se encuentra a 1.200 kilómetros si se dirigen a Texas o a unos 2.800 kilómetros si su objetivo es California.
Una vez que se congreguen la mayoría en la capital, los migrantes decidirán cuándo reanudarán su travesía así como las rutas a seguir hacia territorio estadounidense, donde el gobierno de Donald Trump anunció el despliegue de 5.000 soldados para evitar su entrada.
Esta caravana, que se originó en Honduras pero a la que se sumaron salvadoreños y guatemaltecos, rechazó la oferta del Gobierno mexicano de solicitar refugio en los sureños estados de Chiapas y Oaxaca, y siguió su camino hacia la capital pasando por Veracruz y Puebla.
Paralelamente, otros tres grupos de migrantes, dos de salvadoreños y uno más de hondureños, han entrado a territorio mexicano, y muchos de sus integrantes han solicitado refugio a México y permanecen retenidos en la frontera sur, mientras que otros siguen su travesía hacia el norte.