San Francisco (EE.UU.), 2 nov.- Para hacerse una idea de la influencia que la figura de Jerry Brown ha tenido en la política de California, basta un dato: es la persona de mayor edad que jamás haya sido investida gobernador del estado, pero también una de las más jóvenes.
Eso se explica porque Brown, quien no repite como candidato en las elecciones de la próxima semana, fue elegido por primera vez en 1974 a los 36 años de edad para suceder al entonces gobernador y futuro presidente republicano Ronald Reagan, y volvió a ser elegido para el mismo cargo 35 años después, en 2010.
En esa ocasión, y después de tres intentos fallidos de conseguir la nominación demócrata a la Presidencia de EE.UU., Brown pasó de haber sido uno de los gobernadores más jóvenes de la historia del estado a ser el más viejo de todos, y al término de este mandato, a los 80 años, se retirará de la vida pública.
En todo este tiempo, la huella de Brown ha sido constante en la política de la quinta mayor potencia económica del mundo -con un PIB de 2.747 billones de dólares en 2017, según datos del Departamento de Comercio, California sólo se situó por detrás de los propios EE.UU. (sin contar California), China, Japón y Alemania-.
A la par que se disparaba su proyección económica, el gobernador demócrata apuntaló al estado como el principal referente del progresismo en el país y lo convirtió en abanderado de la lucha contra el cambio climático.
En sus últimos ocho años al frente del estado más poblado de EE.UU. (que junto a los de su primera etapa suman un total de 16), Brown ha convertido un déficit público de 28 millones en un superávit de 16 millones, algo por lo que es halagado incluso por sus rivales republicanos.
Sin embargo, en paralelo al saneamiento de las cuentas públicas y a un robusto crecimiento económico (sustentado en Silicon Valley, la megalópolis de Los Ángeles y la agricultura), California se ha sumido en una crisis de vivienda sin precedentes y se ha convertido en el estado con la mayor tasa de pobreza ajustada por territorio.
Con casi 40 millones de habitantes (un 40 % de ellos latinos), California está viviendo algo similar a un “hartazgo de éxito”, ya que la inmensa riqueza generada en los últimos lustros por la industria tecnológica ha enriquecido a una parte de la población disparando el costo de vida y sumiendo a la otra en la pobreza.
La falta de vivienda en general y de vivienda asequible en particular, así como la lucha co
ntra la pobreza y contra la creciente desigualdad (4 de las 7 ciudades con más personas sin techo del país están en California) serán los principales retos del sucesor de Brown.
Todas las encuestas indican que este será otro demócrata, el actual vicegobernador del estado y exalcalde de San Francisco Gavin Newsom, quien el próximo martes se enfrentará al empresario republicano John Cox.
Otro de los temas que el sucesor de Brown tendrá sobre la mesa es el futuro de la que podría ser la primera línea de tren de alta velocidad en EE.UU., ya que ninguna de las existentes es considerada de alta velocidad de acuerdo a los estándares internacionales (al menos 250 km por hora).
Muchos en California ven en ese tren, que debe conectar San Francisco y Los Ángeles en menos de tres horas de trayecto en 2033, una apuesta personal del gobernador, quien siempre la ha defendido pese a no gozar de gran popularidad y a un historial de retrasos y sobrecostos.
La estimación actual es que tendrá un valor total de 77.000 millones de dólares, más del doble de lo inicialmente presupuestado (33.000 millones), por lo que el nuevo gobernador deberá ser capaz de asegurar 44.000 millones adicionales para un proyecto que nunca ha llegado a despertar el interés del sector privado.