Rabat, 4 oct.- El Gobierno de Marruecos “empieza a estar superado” en su dispositivo de seguridad migratorio por la reciente oleada de pateras salidas desde sus costas y por ello reclama una implicación “permanente y duradera” de la Unión Europea (UE) en el control y vigilancia de las fronteras.
En una entrevista, el Director de Migraciones y Vigilancia Fronteriza, con rango de gobernador en el Ministerio del Interior, Jalid Zeruali, recuerda que su Gobierno tiene a 13.000 agentes desplegados a lo largo de la costa (mediterránea y atlántica) en todo el norte del país, lo que cuesta “más de 200 millones de euros anuales”.
“El dispositivo del litoral es muy costoso y está bajo presión (…) Hemos asumido nuestra responsabilidad plena de forma unilateral, pero nuestro dispositivo empieza a estar superado”, sobre todo por el desplazamiento de las rutas migratorias hacia el Mediterráneo Occidental.
“La colaboración con los vecinos del norte es positiva, pero debe readaptarse a la urgencia de la situación -reflexiona-. El partenariado político que tenemos con la UE debe integrar el control fronterizo como componente perenne y no como una ayuda puntual”.
“Tenemos necesidades materiales, de equipamiento y presupuestarias, estas últimas las más importantes: hay que inyectar más medios”, resumió, sin dar una cifra.
Para Zeruali, los últimos meses han sido especialmente críticos, con el desmantelamiento por parte marroquí de 60 redes de tráfico de personas entre agosto y septiembre, y calcula que en 2018 se van a repetir las cifras de 2017, cuando en total la policía marroquí abortó 64.000 intentos de emigración clandestina, el doble que cuatro años atrás.
En estos últimos meses -dice-, ha existido un “efecto llamada” creado, por un lado, por “una flota de ONG activas en el Mediterráneo que alientan y orientan (al emigrante)”, y a ello se suma la aparición de un rumor de viajes gratuitos en patera que se expandió a toda velocidad en las costas del norte marroquí el pasado septiembre.
La supuesta gratuidad de las pateras, que sacó durante varias noches a cientos de jóvenes a las playas a la espera de una de estas embarcaciones, es descartada tajantemente por Zeruali: “el tráfico humano nunca es caritativo, sino lucrativo”, pues “no se puede cruzar el Mediterráneo si no es con cobertura de una red: no existe tal cosa como la travesía individual”.
Zeruali muestra su preocupación por un fenómeno nuevo, como es la aparición de las lanchas rápidas (llamadas “go fast” y usadas tradicionalmente por el narcotráfico) para el transporte de emigrantes.
Una de ellas, pilotada por un español, es la que la pasada semana fue tiroteada desde un buque de la Marina Real marroquí en las costas de Fnideq (Castillejos), al sur de Ceuta, que mató en el ataque a una joven de 19 años y dejó heridos a otros tres ocupantes de la patera.
Sobre el incidente, Zeruali no quiere dar ningún detalle por encontrarse en instancia judicial (efectivamente, siete personas han sido ya inculpadas y serán juzgadas por “tráfico de seres humanos” y “formación de banda criminal”).
Al responsable de migraciones lo que le preocupa es este “viraje” de las organizaciones delictivas del narcotráfico, que parecen haber variado su “modus operandi” al poner sus lanchas al servicio del tráfico humano, con conductas incomprensibles como “la filmación (de sus operaciones) y su fuerte mediatización”.
¿Existe un salto de las organizaciones del narco del Estrecho de Gibraltar al negocio de las pateras? Zeruali prefiere esperar antes de “precipitarse en las conclusiones”.
Con respecto a los traslados masivos de emigrantes subsaharianos desde el norte de Marruecos, donde suelen esperar el momento propicio para dar el salto a España, Zeruali las justificó. “No podemos consentir que vivan en los bosques, expuestos a los peligros, o que se hacinen en pisos de Tánger donde se meten 50 o 60 más una patera listos para embarcar”, dijo.
Marruecos -añade- no encarcela a estas personas, ni tampoco las abandona en mitad del desierto; simplemente las traslada a ciudades del sur “como medida disuasoria” y solo arresta a los organizadores del tráfico humano.
Y sobre las repatriaciones de emigrantes hacia sus países, subrayó que “son voluntarias en un 97% de los casos” y “con respeto total de su dignidad”, y cifró estos retornos voluntarios, que comenzaron en 2004, “entre los 2.000 y los 3.000 por año”.
“Los retornos forzados son mínimos”, aseguró, aunque no dio una cifra.