Encontrar artículos básicos en una Venezuela desgarrada por la crisis se ha vuelto mucho más difícil. Hordas de compradores desesperados vaciaron supermercados y bodegas la semana pasada después que el presidente Nicolás Maduro ordenara a cientos de tiendas de comestibles reducir sus precios en un último intento por poner un límite a la hiperinflación.
Cuando aún no se acallan las críticas por el banquete de Maduro en un exclusivo restaurante de Estambul, donde degustó carne de res por valor de 240 dólares por plato, la mayoría de los venezolanos lleva dos semanas sin ver carne en los supermercados, un alimento que desapareció de los comercios este mes cuando el régimen puso en marcha controles de precios.
El mismo escenario se repite en los mercados municipales de varias ciudades y en los mercados populares en decenas de comunidades y que agrupan a vendedores de varios productos, pero donde la carne también dejó de formar parte de la oferta.
Los recortes de precios obligatorios se produjeron en medio de una ola de protestas y saqueos.
Los socialistas que gobiernan Venezuela han recurrido durante mucho tiempo a los controles cambiarios y de precios en un intento por hacer que los bienes básicos sean asequibles.
Pero, en la práctica, hay una perpetua escasez ya que los productores tienen dificultades para cubrir sus costos. Y ahora los vendedores de alimentos temen que no puedan recuperarse de la última ronda de recortes de precios, que se centraron en los productos más básicos, como verduras, carne, mantequilla y aceite de cocina.
Los economistas prescriben de manera generalizada la flexibilización de los controles bizantinos del país como parte de una estrategia para hacer frente a la inflación de cuatro dígitos y la escasez, pero Maduro ha redoblado su posición, lo que ha elevado los precios aún más. En medio de la escasez generalizada que vive Venezuela desde hace años, la carne era un producto que se podía encontrar con relativa facilidad solo que a precios casi inalcanzables para alguien que gane el salario mínimo, ubicado actualmente en unos 30 dólares.
Por ello y por otras razones el régimen puso en marcha el 20 de agosto su plan financiero contra la crisis que incluye entre otros aspectos la devaluación de la moneda en 95,8%, el aumento de impuestos y los controles de precios, una medida que estimuló la escasez.
El gobierno informó del comienzo de un plan piloto en los ocho estados de mayor producción ganadera que consistirá en que el Ejecutivo será el único comprador de reses y pagará 65 bolívares (cerca de 1 dólar) por cada animal. El presidente de la Asociación de Ganaderos del estado Táchira, Leonardo Figueroa, declaró en la prensa venezolana que el gobierno les pagará las reses a un precio muy bajo “lo que llevará a la quiebra” del sector.
Pero mientras tanto, la carne de res sigue siendo un espejismo en Venezuela.
En base a Bloomberg, EFE y El Universal